Por fin ha salido el sol en Zaragoza y con el las ganas de salir a dar una vuelta sin temer a los resbaladizos suelos de esta ciudad.
Caminando por la Rivera del Ebro, viendo como el agua marrón chocolate se deslizaba anegando las diferentes zonas de paseo debido a las fuertes lluvias del fin de semana, a HUMO se le ha ocurrido ir a visitar una exposición que MIGUEL, un amigo suyo de Bellas Artes en Cuenca, hacia una exposición en lo que antes era una fábrica de chocolate.
Hemos cruzado el Puente de Hierro (que ya se podría llamar del Real Zaragoza debido al color de la estructura, que para nada es de mi gusto) y hemos ido hacia la calle Lourdes que suena así como muy católica.
Lo que al parecer es una puerta de un taller, da paso a un conjunto de espacios que conforman un espacio multidisciplinar donde confluyen artes como la danza, teatro, fotografía, cerámica y no discrimina la posibilidad de albergar aún más expresiones artísticas.
Nada más entrar a mano izquierda están lo que eran los despachos, a la derecha, una especie de entrada con la máquina para que ficharan los trabajadores restaurada que da a un patio interior muy AMERICAN HORROR STORY que me ha chiflado. Con sus juguetes abandonados y todo. Caminando un poco más adelante contemplando e imaginando como convivían anteriormente los trabajadores en ese entorno te encuentras con dos espacios. El de la izquierda esta destinado a la danza, el de la derecha, conservando muchas piezas que determinan que eso antiguamente era una fábrica estaba la exposición.
Siguiendo el entramado de paredes con fotografías expuestas y rodeados por azulejos descascarillados, poleas oxidadas, tubos que en su día tendrían alguna función y una gran cantidad de luz que llegaba gracias a los ventanales de los techos llegas a una zona que verdaderamente es digna de película de terror. Una bañera descascarillada con una estructura donde debían haber unas cortinas da paso a unas escaleras fue bajan hacia una planta baja algo oscura. La magia de las fábricas abandonadas.
Abajo, dando la sensación de gruta-sala expositiva presidia por un deposito enorme, lucían unas cuantas fotografías y objetos rescatados que dan una sensación algo tétrica.
La verdad que el enclave donde esta localizada esta Fábrica de Chocolate, Zorraquino tiene una magia, un aura especial que hace que el que la visita no se quede indiferente. Animo al lector para que se de un paseo por esas instalaciones y se impregne de la energía que desprende.
Quien sabe, a lo mejor más pronto de lo que espero participo en alguna actividad ahí.
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